
Por otro lado, las pinturas serán comprensibles por una percepción que supere toda la lógica y que pertenezca al mundo de los sueños, ya que el arte no tiene una solución definitiva "el arte es una finalidad sin fin" al decir de Kant.
Quizá, el objeto sea enfrentar la imaginación a una escena que parece existir, creando una realidad, que despegada de su representación, cree una ambigüedad poética.
Quizá estemos ante una cultura de la sensación, que abarca, no solo al pintor, sino al consumidor y al crítico, según Deleuze.
Rompiendo con la actitud de exacta fidelidad, con el refinamiento de literalidad, estamos ante un mundo que nos depara todas las sorpresas imaginables y cuyos resultados no podemos preveer de ninguna manera, transitando caminos con absoluta y total libertad. Este será el concepto definitivo general y no se analizaran las obras independientemente, bastando estos principios para su entendimiento, quien pueda comprender, verá. Quien sólo pueda ver, no comprenderá. En ambos casos, el expectador será tan importante como el cuadro, ya que tendrá que poner de si mismo, todo su empeño para apreenderlo. Será a su vez, real y ficticio y podrá incorporarlo a su entorno, con toda naturalidad y será real, en la medida de que sólo en la realidad pueden pasar cosas irreales."
"El Grito"
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